lunes, 2 de febrero de 2009

Presentación del viernes en la FNAC

El texto de la presentación que hubo el viernes en la FNAC:

Hola, buenas tardes. Muchas gracias por haber venido.

No me gusta hablar en público. Y se me hace más difícil aún porque es raro para mí mismo hablar en público de mi propio tebeo. No sé muy bien qué puedo contar de mi tebeo a alguien que lo haya leído, y menos aún sé qué contarle de mi tebeo a alguien que NO lo haya leído. Tampoco sabría muy bien qué hacer si los que lo han leído quieren hablar de algo delante de otros que aún no lo han hecho. No les vamos a pedir que se tapen los oídos para no desvelarles quién es el asesino.

Pero como es aún más difícil que alguien tenga una pregunta sobre mi tebeo que me ahorre el trago de decir algo, he decidido escribirlo. Y le he puesto un título y todo.

El título de lo que os voy a contar lo tengo aquí escrito y es Hay un señor en Japón. Se llama así porque la primera frase del cuento empieza así. Ya veréis. Comienzo.

Hay un señor en Japón que tiene una copia de mi tarjeta de débito del banco. Lo sé porque esta misma semana fui a pagar el IVA y no podía porque no tenía saldo.

Bueno, saldo sí que tenía, pero retenido. Estaba retenido porque el banco había detectado algo sospechoso en mis gastos en yenes. En eso he de estar agradecido al banco: menos mal que el dinero está retenido. Al menos una parte. El caso es que hay un señor en Japón con una copia de mi tarjeta y que está comprando en tres comercios de un centro comercial llamado Yokohama en Tokio. También hay una parada de metro llamada Yokohama, y un barrio que se llama igual, así que he deducido que hay un barrio con un centro comercial y una parada de metro que se llaman como el barrio.

Después hay otros cargos del mismo señor en el mismo centro comercial que está en el mismo barrio que antes y al que ha accedido llegando a través de la misma parada de metro, y que están realizados en los mismos tres comercios. Pero estos importes sí que han pasado por debajo del radar de las sospechas del banco y estos sí que me los han cobrado.

En el extracto de mi cuenta aparecen con un signo "menos" y todo. Entre unas cosas y otras han vaciado mi cuenta en dos días. Todo el dinero. No quedaba nada. He buscado los comercios y son de venta de ordenadores de segunda mano, y software baraturrio. No tienen un aspecto especialmente glamuroso, la verdad.

Como tenía que pagar el IVA (eso no te lo perdonan ni aunque tengas "un señor en Japón", y a mi me parece muy bien, que las carreteras hay que hacerlas incluso a pesar de eso), y los autónomos a finales de semana decidí que tenía que meter dinero en la cuenta.

Antes que ingresara el dinero en la cuenta, el señor y la señorita del banco me dijeron que anulaban la tarjeta, y que inmediatamente quedaba también anulada la duplicada de mi señor en Japón. Aunque ya debería haberle cogido cariño a estas alturas, la verdad es que le hubiera roto las piernas sin dudarlo.

Bueno, anulamos mi tarjeta. Ingreso dinero.
Pago el IVA y dejo suficiente para los autónomos que pasaban el viernes (o sea: hoy).
Pongo la denuncia.
Vuelvo con la denuncia al banco para que la adjunten al expediente.
La adjuntan.
Me dicen que me devolverán el dinero.
"¿Cuándo?", pregunto.
"No lo sabemos, pero no le des demasiadas vueltas. Ya no pueden hacerte nada. Intenta preocuparte lo menos posible", me dicen.
"No te jode", pienso yo.

Por la tarde, a última hora miro mi cuenta corriente, y ahí estaba: mi señor de Japón sigue haciéndome cargos. En los mismos negocios, y después de que mi tarjeta estuviera anulada.

Hoy, viernes, tengo la cuenta vacía. Me han dicho que me lo devolverán y que, mientras tanto, me fían los recibos. Espero que no me cobren comisión. Pero el señor de Japón no puede comprar porque no tengo pasta.

Si queréis ayudar a un señor de Japón, compradme los tebeos. Si queréis ayudarme a mí, también.

No tenéis escapatoria.