El domingo por la mañana, me desperté, y pasaban dos cosas:
1. Olía a peo en la cama.
2. Rosita no estaba.
Esto me dejaba a mí de culpable del punto 1.
Pero lo importante es que Rosita me llamó por teléfono para despertarme, para tranquilizarme por su ausencia, y para invitarme a desayunar.
¡Había terminado la carrera de la Villa Olímpica!
¡Pedazo de carrera de 10 kms. que se ha hecho la campeona!
Parece que le dio una pájara por el kilómetro 2 ó 3, pero se recuperó hasta quedar la 712.
¡57 minutos!
¡¡Campeona!!
(Os dejo prueba fehaciente de ello)